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El Chico Dhall © novel Chapter 44

Capítulo cuarenta y tres

Despierto gracias a un gran peso sobre mi mano y abro los ojos poco a poco para acostumbrarme a la luz.

Mi cuerpo se siente molido, pero la sensación agradable de las sábanas suaves donde estoy me reconforta.

Bajo la vista a la persona dormida sobre mí y sonrío viendo la perfección en su máximo esplendor. Cabello revuelto, pestañas largas, nariz perfilada, labios semi-abiertos, mandíbula marcada y sobre todo esa piel de porcelana algo bronceada.

—Que guapo eres —niego y Elián intenta disimular su sonrisa y fingir que sigue dormido, —te quiero —digo rápidamente y en cuestión de cero coma lo tengo totalmente despierto mirándome fijamente.

Escondo lo sonrisa y desvío la vista a otro lado. —¿Qué dijiste? —cuestiona ilusionado y me encojo de hombros.

—No lo sé... Cosas —volteo a verlo y esos ojos azules me ven con brillo.

—Julieta —se queja —no seas así, dime lo que dijiste.

—Nop —niego —se supone que estabas dormido, así que eso que dije nunca debería haber pasado por tu mente.

Elián se levanta de la silla en la que esta para sentarse en la cama, sus brazos me atraen a su cuerpo y lo rodeo con los míos para fundirnos en un cálido abrazo —Lo siento —nos separa y toma mi rostro entre sus manos —debí estar contigo en todo momento y por no hacerlo lo único que conseguí es que te lastimaran esos... —aprieta la mandíbula.

—No te enojes ni estés molesto contigo mismo, —pongo mis manos alrededor de su cuello —ninguno de los dos sabía que esto iba a pasar y lo importante es que me encontraste.

—Si es culpa mía, porque sabía desde la noche que algo andaba mal cuando no respondías las llamadas ni los mensajes, —mete mis mechones de cabello sueltos detrás de mi oreja —intente ir a buscarte para verte, pero surgió otro improviso que involucraba a mi hermana menor, y los tres mayores junto a mi padre tuvimos que salir a resolver el problema.

—Supe exactamente cada llamada y mensaje que me enviabas, porque escondí el móvil por un costado del pantalón y notaba cuando vibraba dentro —desvío la mirada —pero al pasar las horas me deprimí mucho, porque pensé que nunca...

Recuerdo estar metida en el maletero y como ya el teléfono no sonaba, cada minuto se hacía una tortura y por mi mente solo pasaba el hecho de que nunca más lo volvería a ver.

No, no quiero volver a pasar por eso.

—Shhhh, no digas nada más, ya todo está bien —Elián me hace mirarlo y se acerca para dejar un tierno beso en mis labios —no sé qué hubiese sido de mí si te hubiese perdido —pega su frente a la mía —si con solo enterarme de que te habían llevado de mi lado me volví prácticamente ciego e irracional —su nariz juega con la mía y sonrío de gran manera sintiendo nuestro amor en el aire.

Hola, ¿me extrañaste cara chancla?*

—¡FALLYYYYYYYYYY! —chilló y salgo de los brazos de él concentrándome en ella.

¡No grites cara de mono changuero! ¡¿No ves que aún sigo algo conmocionada?! Todo esto me ha dejado un fuerte trauma...*

—¿Tu loba? —el chico Dhall se levanta de la cama para rodearme con sus brazos y asiento respondiendo a su pregunta.

—Estaba preocupada, porque pensé que no la escucharía más por el hecho de que me dejó de hablar cuando estuvimos secuestradas en el maletero.

¡No digas esas cosas cara almeja! no quiero que Ameth piense que su reina celosita es una debilucha, así que cierra el pico o te pincho.*

Uiss, andamos con el humor por el piso, ¿no?

¿Qué quieres que te diga? Este es mi humor y nadie lo va a cambiar, ni siquiera tú, ser inferior a mí.*

Niego sonriente y me pego al pecho de mi mate sintiendo su agradable aroma en mi nariz, pero mis pensamientos son perturbados por Neftali y el señor que se hacía llamar mi padre, aparte...

¿Dónde está Derly?

Me separo —¿Y mi madrastra? —es lo primero que se me viene a la mente—¿Qué pasó con Neftali y mi papá — él lleva su vista a los grandes ventanales del cuarto.

—No creo que quieras saber que le pasó a esos dos, o al menos por el momento no te voy a decir nada sobre ellos —regresa sus ojos a los míos —y sobre tu madrastra... Si quieres te llevo con ella, —camina hasta la puerta de la habitación —pero yo creo que será mejor si comes primero y tomas una ducha relajante, te cambias y vas a verla donde está.

Junto mis cejas ante tanto misterio —¿Le pasó algo malo?

Niega rápidamente —No, ella está estable dentro de lo que cabe, pero creo que tiene que contarte muchas cosas —mi piel se eriza y me encamino hasta llegar a su lado.

—¿Todo en orden? —cuestiono una vez más y él vuelve a asentir, me mira de arriba a abajo y finalmente muerde sus labios.

Un momento.

¿Cómo estoy vestida?

Veo hacia abajo e inmediatamente intento bajar la corta camisa que tengo para tapar mi ropa interior, lo escucho sonreír a gran manera y le meto un manotazo en los hombros.

» —¡Elián! —lo golpeo por todos lados —estoy segura que lo hiciste a posta —mascullo con la mandíbula apretada.

Sus manos agarran mis brazos —Yo no fui, lo juro —se agacha para tomarme en brazos —la que te cambio de limpio fue Kayla, porque yo estuve toda la noche ocupado con otra cosa —alza sus cejas de arriba a abajo y a mis mejillas sube toda la calor de mi cuerpo.

No puedo creer que la chica de ojos mieles haya hecho esto.

Me es imposible pensar en ella siendo una mala persona.

Elián me tira a la cama haciendo que rebote e inmoviliza mi cuerpo posicionando una de sus piernas entre medio de las mías y sus manos agarrando mis muñecas, liberarme parece algo imposible y más porque me ve como aquella vez.

—No me mires así —digo más para mí que para él.

—¿Así cómo? —remoja sus labios y juega con estos sin abandonar mis ojos.

Trago grueso y abro la boca para contestar, pero las puertas se abren de par en par dejándonos expuestos en nuestra tan comprometedora pose.

—Iuuuu, dejen de profanar la casa —Kayla tapa sus ojos y yo rápido me tapo con las sábanas, Elián solo sonríe de lado viendo a su hermana y le doy un manotazo para que se baje de encima, pero esto solo hace que se pegue más a mí.

—Elián —lo riño.

—¿Qué? —levanta las cejas y muerde sus labios.

—Cómo sea. Elián, ya es hora de posicionarse en el punto que hablamos anoche con el señor Amir, recuerda que él está más o menos al este con la mayoría de guerreros y nosotros tenemos que subir más al norte.

¿Guerreros? ¿Puntos? ¿Posicionarse?

El chico de ojos azules nota mi confusión y se separa sacudiendo su cabello —Vale, espérame abajo.

La rubia se da media vuelta, pero algo la hace frenar sin voltearse —Nada de seguir pecando y profanando las vírgenes paredes de esta mansión —aún que no pueda ver su rostro sé que está riendo y me tapo completamente por la vergüenza absoluta que tengo en estos momentos.

Tierra trágame.

—Como si tú no lo hubieses hecho, come-libros.

—Sí, sí, lo que tú digas, hermano mayor por un segundo.

Sus pasos se alejan y lentamente voy bajando las sábanas, mi romeo acosador se cruza de brazos viendo todos mis movimientos y me tiende la mano para salir de la cama —Ven —lo observo con curiosidad y doy un largo suspiro antes de tomarla, me estrella con su pecho y posa sus brazos fuertes al rededor de mi cintura —tengo que salir... A una batalla. No sé que tan grande será, pero ya tenemos todo calculado y como nos separaríamos para atacar, en este caso, a Kayla y a mí nos tocó defender la manada del punto norte superior fuera de los límites... —detiene su hablar cuando siente mis manos apretar su camisa.

¿Por qué esa zona?

Cada guerrero que va más allá de los límites superiores al norte no vuelve más y si lo hace es descuartizado de la peor manera.

Confía en él.*

Le doy una mirada llena de preocupación y subo una de mis manos a su mejilla, lo atraigo lentamente y pego mis labios con los suyos para olvidarme de toda la angustia que se acumula en mi pecho.

Jex, él te demostró que pudo, que puede y que podrá siempre con todo.

El es Elián Dhall, el es el chico Dhall y para él no hay imposibles.

Sonrío, —Sé que volverás, confío en ti —digo segura y él me aprieta más contra su cuerpo hasta llegar a sentir sus rápidas pulsaciones.

—Lo haré, volveré; por ti, por mí, por nosotros.

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