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El Chico Dhall © novel Chapter 46

Capítulo cuarenta y cinco

Sigo en shock.

Y aún no me termina de convencer todo lo que dijo.

¿Por qué si es mi madre hasta ahora me viene a decir todo esto?

¡Ahhhh!

Tengo la cabeza hecha un lío entre lo de Elián y ahora esto, y lo peor del caso es que seguramente el señor Dornam ya ni esté entre nosotros para preguntarle como realmente fueron las cosas.

—¿Aún sigues dudando sobre lo que te contó tu madre? —la luna soba mi cabeza y volteo hacia ella.

Suspiro —No lo sé, no... No sé porque hay algo que me dice que aquí aún faltan piezas por armar.

—¿Y no tienes a algún otro familiar que no sea tu papá? —la ex-luna Sara toma asiento en frente de nosotras

—No, al menos que yo conozca no.

—Sara, tu estuviste con Wade en la reunión que hizo Amir para dividirse y atacar con estrategia, ¿no escuchaste de casualidad a Elián mencionar algo de su padre? —las chicas de servicio dejan ambas tazas de helado al frente nuestra y doy mi primera bocanada sin ganas, pero lo hago porque la señora Irina dice que ante la preocupación es mejor comer.

—Luna, con su permiso —una de ellas habla y baja la cabeza guardando respeto —escuché al joven Elián hablar con la señorita Kayla y decir que no estaba seguro de haber dejado vivos a dos personas metidas en la mazmorra.

Me levanto de golpe exaltando a todo el mundo —Esos deben ser ellos.

—Vamos, te acompaño—la señora Irina me agarra de las manos y se detiene al escuchar la voz fría de la primera luna.

—No creo que sea un buen momento para salir, Irina —sus pasos se acercan a nosotras —Amir me dijo que no te dejara hacerlo —sus ojos azules dan con ella al frente de nosotras —y cuando él me pidió algo como eso es porque realmente hay algo que no me han contado ninguno de los dos.

—No hay nada —muerde sus labios y desvía la mirada dando signos evidentes de que lo que dice es mentira —y Jex necesita ir al calabozo... Así que saldré sí o sí de aquí.

Suspira —Eres terca, —desata sus brazos cruzados —y yo también lo soy —gira —vámonos —hace una seña para que la sigamos.

Me gusta eso de ser terca.*

Fally, con tus atorrancias y cosas inesperadas es imposible no ser así.

¡Vez! Es que era claro que estaba destinada a ser luna, cara chancla. Siente orgullosa de mí por escogerte.*

Sí, Fally, lo que digas.

Un poquito de respeto, por favor, estás tratando con la nueva luna, cara zapallo.*

—Usaré el auto de Yannick, ya que es el más potente y amplio por si nos vemos envueltas en algo tocho —la señora Sara desbloquea el jepp negro y se monta de piloto, subo en la parte de atrás y me hago en el puesto del centro para tener mayor visión mientras que la luna va de copiloto.

Salimos de la casa y mi corazón empieza a latir desenfrenado al pensar en la visión que tendré de ellos estando en la mazmorra, y no solo por eso, si no porque las tres estamos desobedeciendo directamente las ordenes de nuestros mates, nuestros Alphas.

Y yo que pensé que las lunas no tendrían emociones fuertes.

El camino cada vez se hace más corto y nos detenemos a un lado de la entrada, bajo sintiendo la adrenalina correr por mi piel y el jeep se apaga, la señora Sara al igual que Irina suspiran antes de entrar y no me queda más que abrazarme a mi misma antes de aventurarnos dentro del túnel.

Voces, gritos, llanto, lamentos. Todo eso puedo persibirlo a través de mis oídos sensibles y con forme más nos adentramos deseo más salir ya de este lugar.

—Estar aquí me trae recuerdos que no quiero volver a vivir —la señora Sara susurra por lo bajo.

—Yo tampoco es que tenga las mejores de las experiencias en este lugar —le sigue la luna Irina.

—Esta es mi primera vez entrado y la verdad es que no me siento cómoda —termino diciendo yo y trago grueso al ir notando poco a poco el olor de mi padre mezclado con sangre.

Lentamente al pasar noto esa cabellera castaña y freno de golpe viendo atónita a Neftali. Su cuerpo está lleno de cortes profundos por los cuales aún sale sangre, está atado de uno de sus pies con una cadena plata y su rostro parece el de un loco encerrado en el manicomio mientras se abraza a sí mismo en el suelo frío.

Que miedo.

Él al notar mi presencia sube sus ojos dando con los míos y rápidamente los baja a sus piernas para seguir abrazado a ellas.

No me arrepiento de que este ahí, se lo merece.*

—Jexi —sacudo la cabeza y la voz de la señora Irina me hace seguir.

Miro mis pies al caminar y me detengo en la quinta celda después de la del amigo de Quero.

Sé que él está en esta, lo noto, pero por alguna razón no quiero ver.

—¿Es esta? —asiento aún viendo mis pies y doy un lago suspiro tomando todo el valor que tengo para subir la vista y finalmente mirarlo.

Está colgado de manos sin tocar el piso, al igual que Neftali tiene cortes por todos lados y de su abdomen bajo sale una porción de sus intestinos gracias a una gran brecha en ese lugar. Aplastó mis labios sintiendo una presión en el pecho y subo la vista a su rostro desfigurado.

Sonríe cuando me ve, pero rápidamente su cara pasa a una de dolor por el esfuerzo que está haciendo al hacer este simple gesto.

Esto va a ser imposible, él no me va a poder decir nada.

El guardia detrás de nosotras abre la celda por ordenes de una de ellas y lo baja sin piedad haciendo que este caiga al suelo de golpe haciendo que todas sus heridas vuelvan a sangrar.

—¿Qué? —lo escucho a duras penas y doy dos pasos al frente para preguntar lo que vine a preguntar y salir de aquí.

—¿Es cierto que mi madre no era mi verdadera madre? —digo en voz alta y él no mueve ni un solo músculo al escuchar la pregunta.

—¿De dónde escuchaste eso?

—Sí o no.

—Sí —susurra y hace presión en su abdomen para meter lo que sale de él mientras grita de dolor —tu mamá no era tu verdadera mamá —aprieta sus dientes — pero siempre te quizo como una hija, al contrario de tu verdadera madre.

—¿De qué hablas? —me aferro con fuerza a los barrotes de la celda —¡Dime!

Tose escupiendo sangre por la boca y su respirar se vuelve inestable —Ella...

—¿Ella qué? —exijo.

—Tú no eres mi hija —muerde sus labios a tal punto de hacerlos sangrar —tú eres hija del enemigo —abre sus ojos para mirarme por última vez dejando caer dos lágrimas de sangre antes de morir.

Me volteo para evitar su contacto y sentir pena alguna, trago grueso conteniendo todas las dudas que quedaron en el aire.

Ahora resulta ser que no soy hija de él, tampoco hija de la que creí mi mamá, pero soy hija del enemigo y Derly.

Derly... Enemigo... Derly... Enemigo...

Miro por encima de mi hombro a las dos lunas detrás de mí y corro hacia la salida comprendiendo de lo que se trata.

Claro, mientras yo no la veía ella hacía que mi padre creyera cientos de cosas sobre mí para hacerlo enojar hasta tal punto de provocar esta situación y quitarselo del medio, pero la verdadera pregunta aquí es...

¿Por qué?

¿Qué relación tiene Derly con el enemigo?

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