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El empresario del corazon roto novel Chapter 56

[Quentin]

Nadine me era infiel con mi propio cuñado ¿desde cuándo? ¿Por qué no vi las señales? Me siento de pronto como un verdadero idiota, yo pensando que tenía el matrimonio perfecto y ella viéndome la cara. Tal vez debí ser un poco más como mi padre, más estricto, más firme, mantener las cosas en control, pero no, tenía que ser un romántico empedernido que hiciera tantas cosas por su mujer y al final así me paga, supongo que an Nadine no le caía muy bien el romance.

Volteo a mi lado y observo a Isabel dormir plácidamente mientras su hermoso cabello negro roza su espalda. El perfil de su cuerpo se mueve ligeramente con la respiración tranquila como la conciencia. Me pongo a pensar en todo lo que posiblemente le pasó por la mente cuando vio a Vincent, coraje, confusión e incluso ella no me lo dijo pero yo hasta hubiera pensando que él y yo estábamos vinculados en algo más y que la habíamos engañado. Sin embargo, Isabel no es así, ella es firme, astuta e inteligente, sabe leer señales y entre líneas, algo que yo en todo este tiempo no he logrado hacerlo. Estoy seguro que si ella hubiera conocido a Nadine, desde hace mucho tiempo me hubiera advertido de su infidelidad.

Le doy un beso sobre el hombro y después me levanto lentamente para no despertarla. Salgo a la sala y voy hacia la habitación de mis hijos una que, cuando llegamos aquí, no me atrevía a entrar porque no sé como reaccionaré. Puede que en la casa donde vivíamos haya abandonado todo y regalado sus juguetes, pero olvidé que en este piso y en el que tengo en Paris, todavía está el lugar que siempre tuve para ellos.

Entro y de pronto una ola de recuerdos cae sobre mi, no sé si estaba preparado para esto pero es que en realidad jamás lo estaré, podrán pasar los años y seguiré extrañándolos como el primero día en que se fueron.

—Pensé que tenían a la madre perfecta ¿saben?— Hablo a uno de los peluches de mi hijo menor.— Pero ahora sé que ese no fue así aunque mejor no escuchen a papá porque en este momento está enojado y quiere reclamarle al mundo todo lo qué paso. No entiendo porque su madre hizo esto, no entiendo el porqué ella quiso terminar esta relación tan perfecta que teníamos o bueno, yo lo veía así. Mejor me hubiera dicho que estaba enamorada de su tío, y supongo que otra cosa hubiera sido, no sé.

Comienzo de nuevo a ponerme melancólico, todo esto que está pasando ha removido en mi todo tipo de fantasmas que me venían persiguiendo. Trato de recordar si Nadine me dio alguna vez una señal en todos los años que estuvimos casados ¿lo debía haber notado en sus besos? ¿En sus abrazos? ¿En sus palabras? O tal vez ¿en su mirada?

—¿Quentin? — Escucho la voz de Isabel.

—Aquí, en la habitación de mis hijos.— Le comento

Ella entra vestida con ese hermoso camisón de color blanco que usa para dormir que tanto me gusta verle porque se amolda perfectamente a su cuerpo y me hace suspirar. Le digo a Isabel que parece una modelo pero ella sólo me dice que es sumamente privilegiada.

—¿No puedes dormir? — pregunta y yo niego con la cabeza.— Deberías intentarlo, mañana será un día importante ¿Sabes?

—Claro que lo sé pero aún no puedo asimilar que nadie haya hecho eso. No lo digo por mi, si no por mis hijos, ellos ¿habrían sabido que su madre engañaba a su padre?

—No lo creo, tus hijos te amaban y yo sé que Nadine les dijo que eras el mejor padre del mundo, no te atormentes Quentin pensando otras cosas que no tienen respuesta ¿si? Ahora debemos pensar en como resolveremos este problema, las pruebas que necesitamos, confiar en nosotros dos.

—Gracias.— le digo tomando su mano.

—¿Por qué?

—Por ser como eres, por contestar mi llamada ese día que sufría de pánico, por enseñarme a vivir y a perdonar de nuevo, por ser una mujer decidida y leal. Te amo Isabel Osher, te amo con toda mi alma.

—También te amo guapo, ahora ¿vamos a la cama? Muero de frío si no estas a mi lado.

—Vale, vamos.

Me pongo de pie y ella toma mi mano y ambos comenzamos a caminar hacia la habitación después nos recostamos sobre la cama y la cubro con la cobija mientras ella se recarga sobre mi pecho.

—Quentin… ¿mañana me dejas hacer una cosa con la reportera?

—¿Cómo qué?

—Algo que nos ayudará a saber la verdad sin ensuciarnos las manos.

—Hazlo, confío en ti.— le murmuro.— Confío en ti.

[Isabel]

En mi vida he sufrido muchas infidelidad y engaños que me han formado con el carácter que tengo en estos momentos, así que se podía decir que soy una experta en ellos. He pasado por novios abusivos, infieles y casados, siendo Quentin el único que me ha tratado como una verdadera reina en todos los sentidos, y no lo digo por la ropa cara que ahora me regala, los viajes y el lujoso piso donde vivía, si no porque es un buen hombre, cariñoso, comprensivo y sobre todo honesto… en pocas palabras es justo lo que una mujer pide como compañero, por eso me sorprendió muchísimo saber que una persona como Nadine haya preferido a un tipejo como Vincent que a él, por lo que yo en agradecimiento le regresaré a Quentin cada una de las verdades que él necesita para quitarse el peso de encima, desenmascarando a la reportera.

Así que, para esta ocasión, me visto con con un vestido negro corto de cuello alto, con una pequeña abertura en una de mis piernas, para lucirlas, tacones negros marca Louboutin de suela roja, medias y el fabuloso abrigo de peluche negro que se me ve fenomenal. Me arreglo el cabello para que se acomode y tomo unos aretes largo cuando este se me cae debajo del tocador.

—¡Mierda! —Expreso, mientras trato de alcanzarlo pero este se ha ido muy dentro.

Como no tengo tiempo de buscarlo, tomo unas aretes de perlas y me los pongo para agregar un toque de perfume.

Salgo de la habitación para ver a Quentin hablando por teléfono con Vivianne y al verme me sonríe.

—Un momento Viv.— Le dice y pone la bocina en mute.— Definitivamente eres la mujer más hermosa y con el mejor estilo del mundo.

—Basta no es para tanto.— Le digo y él sonríe.

—Tendré que ponerte guardaespaldas sí sigues vistiéndote así y con esas piernas hermosas, peor.

—Quentin, concéntrate, vamos que tenemos que llegar a casa de tu hermana antes que la reportera.

Tomo mi bolsa color negro y después de arreglar mi cabello, ambos salimos del piso para dirigirnos al de Jacqueline quien hoy festeja el cumpleaños de su única hija Lea, por lo que es el día perfecto para abordar a la reportera ya que a la hermana de Quentin no le gustan los escándalos y guerra mantener todo bajo control.

Tiempo después bajamos del automóvil y subimos al piso donde el mayordomo nos abre la puerta y Vincent nos da descaradamente la bienvenida.

—¡Cuñado pero qué gusto! — Le dice. —Isabel, te ves… de un millón de dólares.

—Gracias, creo que valgo más pero siempre hay hombres que se conforman con tan poco.— Contesto y él me sonríe.

Inmediatamente Jacqueline sale del solarium y al verme cambia de rostro, no le gusta que esté aquí, pero ni modo tendrá que superarlo.

—¡Isela! No sabía que vendrías, pero que gusto tenerlos a los dos aquí.

—Gracias.

Quentin me toma de la mano y sonríe provocando que ambos se nos queden viendo.

—Pasen, los invitados están a punto de llegar, será un honor presentarles a mi hermano y a… — y me ve.

«Esa mujer verdaderamente me odia» pienso mientras Quentin me lleva al Solarium dónde nos vamos a reunir.

Entramos ambos sin decir ni una palabra, actuando de lo más normal, y escogiendo las bebidas.

—Cuidado con el vino tinto.— Le digo a Jaqueline quién me ve con cara de pocos amigos mientras Quentin envía un mensaje por su m móvil.

Jacqueline me toma del brazo apretándome un poco y me aleja un poco de él —¿Sabes qué hice con la blusa que ensucié ayer? La tiré y me compré otra 1,234 dólares.— murmura presumiendo.

—¿1,234 dólares?— Contesto.— Todo eso gastaste para poder verte así de barata, una imitación te costaba menos y te hubieras visto igual… el animal print no es lo tuyo querida.

—No sé quién seas o qué pretendes, pero aléjate de mi hermano, no puedo creer que ande con una persona tan… vulgar.

— ¡Ay Jacky! Te sorprenderías del tipo de personas que andan con una mujer como yo.

“Señor Cassals”

Se escucha al fondo y Vincent deja de hablar por teléfono para voltear a la entrada.

—La señorita Christine está aquí.

—¿Qué?— Expresa asustado y así sin que se lo espere la reportera que vi en el baile de la empresa aparece frente a nosotros y yo esbozo una sonrisa.

—¡Quién es usted! — Pregunta o más bien reclama Jaqueline al verla entrar y luego voltea a ver a Vincent.

Él nervioso la ve de lejos con el móvil en la mano sin saber qué decir, de pronto ahí, en su casa, en ese lugar que tantas veces se le negó ir, llega ella y por las miradas sólo puedo inferir una cosa… la reportera, también es su amante.

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