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El empresario del corazon roto novel Chapter 62

[Quentin]

(Dos días después)

“Sería un honor vivir el resto de mi vida a tu lado”.

Abro los ojos lentamente con el sonido de la voz de Isabel en mi mente y pronunciando esa frase que cambiará el rumbo de toda mi vida a la edad de los cuarenta años. Mi hermana, la última vez que la vi me dijo “haz lo que quieras con ella” y justo eso hice… Isabel será mi esposa y estoy tan emocionado que llevo dos días soñando con ese momento.

Nadine, la perfecta mujer que yo tenía en un pedestal, resultó ser alguien verdaderamente diferente, al grado que siento que jamás la conocí, y ahora no dejo de preguntarme ¿alguna vez me amó? ¿Cuándo procreamos a nuestros hijos ella pensaba en mi? ¿Sus padres sabían de ese romance? Ya no me importa, porque ahora una mujer como Isabel, no sólo hermosa si no honesta y leal, se encuentra a mi lado y dentro de unos meses será mi esposa, a la que prometo amar con todo mi corazón y mi vida entera.

Me volteo a su lado y descubro que me encuentro completamente solo.—¿Isabel? — La llamo, pensando que probablemente está en al baño.

Al no haber respuesta me pongo de pie, me ponga el pijama fresco y salgo de la habitación para encontrarla a ella cocinando el desayuno y a Lea sentada sobre la barra leyendo un libro. Me quedo a lo lejos para ver la interacción. Lo más importante para mí es que ellas se lleven bien ya que ahora vivirán juntas al menos hasta que Lea tenga la mayoría de edad y pueda vivir por su cuenta.

—Es importante que comas verduras.— le aconseja mientras le pone en frente unos perfectos wafles con mantequilla y miel de Maple.— Sobre todo la zanahoria, ayuda a la vista.

—Eso no está comprobado.— Contesta Lea de inmediato.

—¿Ah sí? Dime ¿cuándo haz visto un conejo con lentes? — Le pregunta ella y Lea se ríe y come un pequeño trozo de zanahoria que tenía en frente.

—Sabe rica.— Comenta.

—Lo se, y verás como tu vista mejora de inmediato.— Le bromea y ella se ríe.

—¿Hay zanahoria para mí? — Le pregunto mientras trato de acercarme.

Isabel se acerca a mí con esa hermosa bata color vino que hace juego con el camisón del mismo color. Camina poco a poco mientras veo el hermoso anillo de compromiso brillando sobre su dedo.

—Se te ve hermoso.

—Es hermoso, en verdad no puedo dejar de admirarlo.— Y alza la mano para verlo.— Cuando mis padres se enteren y lo vean, se sorprenderán.

La tomo de la cintura ligeramente y le doy un beso sobre los labios, uno tierno, ya que no quiero tener uno tan pasional a los ojos de Lea.

—¿Cómo la ves? — Le murmuro.

—Hoy por la mañana lloraba en la habitación, tuve que ir a verla.

—No la escuché, me hubieras despertado.

—No, está bien… descansa, a ella le gusta platicar conmigo, así que se desahogó, es normal, pero ya está mejor. Ven, vamos a desayunar también hay wafles para ti.

Ambos vamos hacia la barra y me siento al lado de Lea, veo su libro y sonrío.

—¿Orgullo y Prejuicio? ¿A los ocho años?

—En la casa llevaba tutorías de lectura de comprensión avanzada y puedo leer varios libros que aún no me ponen en la escuela.— Dice orgullosa.

—Lea, sabe jugar tenis, matemáticas avanzadas, ciencia y le encanta leer ¿cierto?— Le dice Isabel.

—Cierto.

—Vale y qué más te gusta hacer… ¿Te gusta jugar?

—La verdad es que no hacía mucho en mi piso más que estudiar.

—¿De verdad? — Pregunta Isabel sorprendida.

—Mi madre decía que lo mejor era la educación, así que siempre me mantenía estudiando.

Tanto Isabel y yo nos quedamos en silencio escuchando lo que mi sobrina le dice. Ella termina de servir los wafles y se sienta a comer.

—¿Nunca haz jugado a los pasteles de lodo?— Pregunta Isabel.

Lea niega y luego como un pedazo de Wafle y sonríe.

—Yo solía jugar con mi hermana a los pasteles de lodo, creo que ahí nació mí pasión por la cocina.— Bromea y Lea sonríe.

—Estaba pensando… ¿Qué te parece si los tres nos cambiamos y salimos a divertirnos?— Propongo.

—Suena genial.. ¿No crees Lea?— le anima Isabel.

—¿Salir? ¿Dónde?

—Pues, podemos hacer un picnic en El Retiro y no sé, hacer una actividad como pintar.

—¿Pintar? ¿Cómo lo hacía mi mamá? — Pregunta Lea.

—Sí, estoy seguro que el talento es de familia y que tú podrás pintar algo muy, muy, muy bonito ¿te animas? — le comento.

Lea ve a Isabel.— Y ella ¿Podrá caminar bien? Me preocupa.

—Sí, no te preocupes por mi, no me duele ni nada, sólo voy un poco más lento que antes, pero puedo preparar un rico almuerzo para el picnic ¿te parece?

—OK, sí, me encantan.

—Entonces después de desayunar nos cambiamos y comenzamos el día ¿Te parece?—Le reitero.

Lea asiente, mientras Isabel me sonríe. De pronto, pasé de ser viudo a hombre comprometido y tutor de mi sobrina, es como si la vida me estuviera dando a manos llenas una segunda oportunidad para hacer las cosas bien, por lo que he tomado la decisión de disminuir mis días de trabajo y hacerlo remoto.

—¿Qué quiere decir eso? — Pregunta Isabel mientras se arregla el cabello negro frente al espejo.

—Quiere decir que yo antes llevaba la empresa la mayor parte del tiempo desde la oficina, y ahora lo haré desde casa, por lo que estaré al pendiente de ti y de Lea, y me permitirá pasar más tiempo de calidad con ustedes.

Isabel se pone de pie y toma el bastón. Hoy se ha vestido con unos vaqueros azules bastante pegados que modelan sus hermosas piernas y destacan su cintura y una blusa blanca de hombros descubiertos que la hace ver hermosa. Como toque un labial rojo.

—No quiero volver a cometer el mismo error que me pasó con Nadine.

—¿Qué fue? — Pregunta ella viéndome a los ojos.

—No ponerle suficiente atención.

—No, el error fue que ella no te quería desde el principio y aprovechó tu “falta de atención” para ya sabes… no creo que sean temas que debemos comentar ahora.— Se acerca a mi.— Debes dejar de sentirte culpable Quentin, si no, esto no va a funcionar.

—¿Por qué lo dices?

—Porque estarás trayendo a nuestro matrimonio la sombra de Ella, y no es justo para mi y mucho menos para Lea ¿me entiendes?

—Sólo quiero hacer las cosas bien.

—Entonces haz lo del trabajo remoto porque quieres y porque deseas pasar tiempo con nosotros, no para “remendar errores pasado”, conmigo no debes remendar nada.

La abrazo y le doy un beso sobre la frente.— Tienes razón, yo sólo quiero casarme contigo en una sencilla ceremonia de cuatro invitados sin tanto escándalo.

—¿Sencilla? ¿Cuatro invitados? ¿Por qué? — Pregunta sorprendida.

—Porque… si.— Contesto inseguro.

—¿Ya haz planeado la boda por mí?

—No, pero no necesitamos más. La última vez me casé tirando la casa por la ventana ¿sabes? Y mi mujer…

Isabel se aleja y me ve a los ojos un poco desconcertada — Y ¿Por mí no tirarías la casa por la ventana?— Luego se queda en silencio— No pido una boda tan grande pero al menos...— Entonces abre los ojos sorprendida.—Vale, ya entiendo, te casaste con Nadine de esa manera y te trajo mala suerte y conmigo lo quieres hacer sencillo porque ¿quieres prevenir eso?

«Mierda la cagué» pienso.

—No mi amor, sólo que las bodas grandes no son importantes…

«Mejor ya cállate Quentin»

—Esta es mi primer boda Quentin, y la única que pienso tener… no por tus miedos de que gracias a una boda grande suceda lo mismo tienes que minimizar este momento, nuestro momento, el inicio de nuestra vida juntos—Suspira.— A eso me refiero cuando te digo que debes dejar ir a la sombra del pasado porque eso no es justo para mí, yo, no soy Nadine y jamás lo seré, creo que el inicio de mi historia debe ser memorables porque Tú y yo tenemos algo lindo y diferente ¿comprendes? Nuestra relación va empezando pero puede terminar rápido si todo el tiempo me estás comparando esto con Nadine. Yo te amo, pero no quiero que me compares con lo que hizo ella.

Isabel se da la vuelta enojada y toma su bolsa.

—Isabel…

—Ahora no Quentin. Hagamos lo que tenemos que hacer con Lea que ella nos necesita más… la boda al parecer no tiene mucha importancia ya planeaste una contra engaños futuros… y no te preocupes, también firmaré el acuerdo pre-marital para evitar más cosas.—Habla molesta.—Sólo recuerda Quentin que a mi también rompieron el corazón y justo fue la misma persona que te robó a tu mujer y yo no te estoy comparando con él.

Después de decir eso Isabel sale por la puerta de la habitación. No cabe duda que aún sigo sin poder superar lo de Nadine, sobre todo después de encontrar ese estúpido diario que también ronda mi mente.

Tiene razón, mucha razón, ese plan de una boda muy sencilla es lo que yo estoy poniendo de escudo para evitar otra situación, pero al mismo tiempo estoy arruinando la nuestra una que debería ser aún más especial después de todo lo que pasamos. Tal vez Isabel tenga una boda ideal y yo ahora se lo arruiné.

Esta es una segunda oportunidad para que haga las cosas bien, pero parece ser que no sólo es las acciones donde tengo que corregirme, si no en la forma de dirigirme hacia mi novia, porque debo aprender de nuevo a ser novio, padre y esposo, algo que olvidé por completo con el paso de los años.

—Espero Quentin que también recuerdes como hacer que tu prometida vuelva a contentarse.— Murmuro, mientras salgo de la habitación para comenzar el día.

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