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Enamorándome de mi esposa provisoria novel Chapter 130

Capítulo 130

Diana enterró la cara entre las manos.

-¿Por qué es tan desca ado?

Kathleen le arrebató el teléfono y aseguro:

-Vieja señora Macari, no haga caso a Charles. Es normal que Samuel tenga muchas propiedades. Déjelo vivir donde quiera

-Katie, no tienes que hablar por él -dijo Diana exasperada, Ese hijo de puta. Nunca heredó los genes de amar a su esposa de la familia Macari. Y ahora, se está arrepintiendo.

-Tal vez sus genes mutaron-sugirió Charles.

-Es posible. Quién sabe, puede que ni siquiera sea un hijo de la familia Macari-se quejó Diana.

Kathleen miró a Charles antes de decirle a la mujer:

-Todo está bien ahora, vieja señora Macari. Siento haber interrumpido su descanso.

-No hay nada de lo que tengas que disculparte. Ahora le dare una colleja a ese nieto mio -colgó la llamada con rabia.

En ese momento, Charles se rio a carcajadas. Al ver su respuesta, Kathleen frunció el ceño.

-Charles, ¿peleaste con Samuel antes? ¿Es por eso que fuiste a buscar a la vieja señora Macari?

-¿Yo? ¿Pelar con él? Qué broma –negó Charles.

– Bien, me rindo. Eres demasiado infantil – Kathleen se levantó.

-Katie, no debes sentir pena por él, de acuerdo?-le recordó.

Ella se quedó sin palabras y se dio la vuelta para subir las escaleras. Entro en su habitación y se asomó al balcón de enfrente. «Entonces, ¿me està mirando desde el otro lado?>>

Mientras tanto, Samuel estaba sentado en su habitación. Justo en ese momento, vio las luces de la habitación de Kathleen encendidas. Su silueta podía verse a través de las cortinas. Parecia estar mirando en su dirección sin moverse.

-Samuel, ¿has oído lo que he dicho? – preguntó Diana con severidad.

-Te he oldo -la voz de Samuel era indiferente : Abuela, ya puedes dejar de hablar. No te voy a escuchar. La estoy persiguiendo.

-Pero ya no le gustas -recordó Diana-. Desde que Katie volvio, mostró algun signo de querer volver a casarse contigo?

-No -dijo Samuel con rotundidad: Pero eso no es importante. Los sentimientos pueden crecer. Esta vez, no voy a dejar que caiga en manos de otro hombre.

-;No tienes miedo de empeorar las cosas molestándola sin parar? Samuel, te doy mi consejo para que no hagas que Kathleen te odie. De lo contrario, ni siquiera tendrás la oportunidad de ser su amigo. Entiendes lo que he dicho?

Samuel permaneció en silencio, pues la silueta de la ventana de enfrente se movió. Sus labios se curvaron en una sonrisa. No sabia que observar su silueta en silencio de esa manera era algo tan feliz.

-Lo entiendo, abuela-respondió en tono débil-. De todos modos, no he hecho nada.

-Esas cosas dependen del destino. Si tú y Katie están destinados a estar juntos, el cielo los ayudará. Si no, no saldrá nada por más que lo fuerces -regaño con seriedad.

Samuel sonrio:

-Abuela, ¿cómo sabes si estamos destinados a estar juntos o no? Entonces, Dios me dejó vivir y no me llevó a el. Y ahora, ha vuelto al país después de un año. Creo que el destino nos unio.

Diana permaneció en silencio. Samuel era demasiado obstinado.

-Samuel, nunca te perdonaré si vuelves a romper el corazón de Katie -dijo con voz profunda-. Sus padres murieron para salvarme. De lo contrario, todavia tendria padres para protegerla. ¿Lo entiendes?

Diana siempre se sintió culpable por ese asunto

-Abuela, la amo. No te preocupes. Nunca dejaré que se sienta agraviada de nuevo. -Con eso, Samuel terminó la llamada de inmediato porque vio a Kathleen de pie en el balcón. Ella estaba sosteniendo una barandilla de metal, e intentaba golpear su ventana.

«¿Qué está haciendo?>>

Se acercó a la gran ventana y la abrió, preguntando con frialdad:

-¿Me buscas?

Kathleen asintió.

-¿Qué pasa? -los finos y seductores labios de Samuel se curvaron para formar una sonrisa-: ¿Por qué nadie abrió la puerta cuando pulse el timbre antes? ¿Donde está tu ama de llaves? – preguntó Kathleen.

-Vivo solo -Samuel la miro-. Estaba hablando con mi abuela por teléfono hace un momento. Por eso no te

-Algo de mi casa voló hacia tu patio trasero. ¿Podrías abrir la puerta, por favor? Iré a buscarlo. – Las mejillas de Kathleen estaban un poco sonrojadas.

– Está bien. Lo agarraré y te lo pasaré por el balcón.

-¡No! ¡No! ¡No! -Kathleen sacudió la cabeza una y otra vez.–. ¡Lo buscaré yo misma!

Samuel estaba desconcertado.

-¿Qué es lo que se perdio?

Las mejillas de Kathleen enrojecieron.

-Tu ropa interior? – pregunto Samuel en tono discreto. Ella se sonrojó aún más.

«Parece que tengo razóny.

Samuel sonrió.

-Te ayudarė.

Kathleen se mordió el labio.

«Este hombre debe hacerlo a propósito», pensó.

Una mirada malvada cruzó los ojos de Samuel mientras salia del balcón. Varios momentos después, reapareció con algo blanco en las manos.

Kathleen entro en pánico:

-¡Devuélvemelo!

-¿Como llegó esto a mi patio trasero? – preguntó Samuel.

-Fue el viento. El lavadero de mi casa está al lado de tu patio trasero. En cuanto sopló el viento, salió volando. De todos modos, ¡devuélvemelo! -insto. Su cara estaba roja como un tomate.

Samuel sonrio:

-¿De que te avergüenzas? ¿No veia estas cosas todo el tiempo antes?

Kathleen lo fulminó con la mirada.

-Eso es el pasado. Ahora no tengo nada que ver contigo. Date prisa y devuélvemelo.

Samuel esbozó una sonrisa encantadora cuando notó su mirada ansiosa.

-Dame tu riel de ropa.

Aloir eso, Kathleen siguió sus instrucciones. Samuel colgó su ropa interior en él.

Con la cara sonrojada, retiró la barra de la ropa y quitó la ropa interior de la misma.

-Espero que no te importe que lo toque -sonrió.

-¡La lavaré de nuevo! -ella se mordió el labio.

-Es bueno ser higiénico. Por cierto, se siente bastante suave, como tu.

-¡Pervertido! ¡idiota!

Samuel se rio

-¿Va a volar algo más grande la próxima vez?

Kathleen lo fulminó con la mirada

-No puedo determinar si tus medidas han cambiado o no, Basándome en mi observación, parecen máso menos las mismas que encl pasado -murmuro con una sonrisa significativa.

–iPervertido – le grito antes de darse la vuelta para irse. Luego cerró la puerta del balcón con un golpe.

Samuel se asomo, viendola cerrar la puerta y correr las cortinas. Siguió mirando su puerta mientras se relamia los finos labios.

-Que bonito…

Mientras tanto, Kathleen volvió al cuarto de baño y tiró su ropa interior en el lavabo.

-¡Maldita sea!¡Maldita sea!¡Maldita sea! –restregó la tela furiosa.

«¿Por que me enfado tan rápido cada vez que veo a Samuel? Cuando estaba en el hospital, era su compañero de habitación. Cuando volvi a casa, se convirtió en mi vecino. Incluso mi ropa interior queria intimidarme al ir a su patio trasero».

Habia hecho todo lo posible por llevarse bien con él. Sin embargo, él la agitaba y perturbaba la paz de su corazon.

Asi es como siempre habían sido las cosas entre ellos…

Siempre actuaba como queria. Cuando estaba de buen humor, la trataba muy bien, sin importar si ella lo queria o no. Cuando estaba de mal humor, la trataba mal, sin mostrarle un ápice de compasión. Era un imbecil.

En ese momento, ella tuvo el impulso de derrumbarse. Le dolia mucho la cabeza de tanto pensar.

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